En la época de los romanos, se consideraba que la costa noroeste de Galicia era el fin del mundo, finis terre, y después fue conocida porque en ella tuvieron lugar muchos naufragios, lo que la hizo digna de su macabro nombre. En "Costa da Morte" Patiño analiza la relación de los habitantes de esta zona con su escabroso paisaje, sus vidas vinculadas a la abundancia y al peligro del mar. Para ello, el cineasta se limita a una sola unidad cinematográfica: grandes planos generales. La figura humana queda empequeñecida, reducida a una minúscula mota en los inmensos, y a menudo espectaculares, entornos naturales que se revelan como los auténticos protagonistas de la película. En la banda sonora tiene lugar una ruptura de escala que desorienta: lo que se ve lejos se escucha muy próximo, permitiéndole al espectador un acceso íntimo a ruidos y voces que parecen distantes. Patiño explica cómo «tenía la sensación de que podía profundizar en la exploración del paisaje analizando de qué manera la historia y las leyendas contribuyen a crear el ambiente de un paisaje. Centré mi filmación en los habitantes de la zona que trabajaban en el entorno, como los pescadores y las mujeres, y quienes trabajaban en los barcos, a los cuales conocí durante el rodaje. Las historias anteriores que cuentan juntos forman parte de un imaginario colectivo».