"La casa, el mundo... / La casa... el mundo. / La casa: el mundo. Vive en el suspenso de esta conjunción, desplazando en función de su humor la puntuación que liga en su espíritu los lugares donde reside. Habita el mundo como su casa: inmóvil. Un grave accidente lo ha fijado aquí, en este punto del mundo: una casa en medio de un gran jardín. Ya no puede recorrer el mundo: lo contempla día tras día desde su casa. Habita el mundo como una casa, habita su casa como un mundo. toma fotos: de su casa, del mundo. Una decena al día, noche incluida. Siempre los mismos temas, pero no la misma luz; los mismos colores, pero no las mismas temperaturas. Un termómetro es el héroe discreto de estas variaciones. Y estas vistas fijas producen un milagro: el movimiento que se retira de ellas pasa a él. ¿Va y viene en el mundo? Se mueve cada vez que pega su ojo al visor, cada vez que apoya sobre el disparador. Cada clic clac le mueve sin límite en su casa como en el mundo, en el mundo como en su casa, fuera de su casa, fuera del mundo. Y al milagro se añade un prodigio: cuando vuelve a ver sus imágenes, que selecciona, que comienza a organizar: el movimiento se reanima en ellas, entre ellas. Ellas se vuelven el mundo. El mundo que él habita, él, como él habita, día tras día. Es cineasta. No ha vivido más que para hacer films. Siempre uno más: hacia y contra todas las circunstancias. Imagina hacer un film con todas sus imágenes fijas, animándose por conjunción, yuxtaposición, sucesión. Aislará, entre el lote innumerable, lo que haga falta para ver un año transcurrir, cuatro estaciones, día tras día. Jour après jour será el título. El programa. El único guión." (Jean-Paul Fargier)