Pablo Chavarría en su quinto filme opta por el límite de lo real para proponernos un viaje sensorial y elusivo sobre un juicio no aclarado en Chiapas. En junio de 2000, cuatro policías aparecen asesinados. Un profesor y activista de la región mexicana, Alberto Patishán, es condenado a 60 años de prisión por ello. De vez en cuando oímos las cartas que escribe a sus hijos: “La esperanza es un contrato ingenuo con el tiempo”, les escribe. Abstracción e hipnosis como mejor manera de filmar una justicia nada clara y la violencia en un país que la trata de esquivar sin éxito.