La primera película de Arlyck era un retrato de su vecino Sean, un niño de cuatro años que vivía con una familia hippy de San Francisco. Un cuarto de siglo después, el director se pregunta qué habrá sido de ese niño y de los ideales de aquella revolucicón. Arlyck busca a Sean y decide seguirle durante diez años, de 1994 a 2003.