Última sesión dedicada a Oteiza y que mezcla al artista vasco con el tema del festival de este año, el vuelo, en este caso a través de las imágenes y el teatro. Un Oteiza de carne y hueso nos desvelará sus teorías sobre el vuelo ante un animal alado, en las profundidades de una cueva que recuerda al cielo o en sus ideas de un cementerio como un aeropuerto vacío. Oteiza hablaba mucho sobre el vuelo y escribió varios poemas como el bello Sé que volaré. Como bien dice el poeta Carlos Aurtenetxe. “En Oteiza todos es caída, hasta el vuelo”. Y como culmen final de este vuelo sin destino, la luna. Bil Argi para el estudioso del preindoeuropeo que decía ser Jorge Oteiza, no la luz de los muertos como ha quedado en el euskera actual il argi, sino una luna más cinematográfica, bil argi, traducido como luz que se mueve y se aleja, una luna fugitiva como la que veremos a continuación de esta gala en el filme final: Nuestro siglo de Artavazd Pelechian. El vasco y el armenio unidos por el vuelo hacia lo desconocido.