L’Hirondelle et la Mésange
André Antoine
Francia, 1920, 79 min, DCP, ByN, silente
Charles Pathé, su productor, impidió que la película se estrenara y la condenó a pasar sesenta años en un cajón. ¿Por qué? Respuesta corta: por considerarla «demasiado documental». Respuesta larga: porque André Antoine, hombre de teatro y cineasta autodidacta, distinguió entre la multitud a cuatro personas cualesquiera y las convirtió en personajes, las bendijo con un pelín de ficción, la suficiente como para redoblar el gusto de conocer una forma de vida y unos escenarios reales, pero no tanta como para atraer al público de la época, que ya no se conformaba con tener el mundo ante los ojos. ¿Podemos fiarnos de la opinión de un contable? Claro que no. Mejor asombrarse con este viaje río arriba en dos barcazas, desde Amberes hasta la frontera franco-belga, con la excitación del contrabando y la domesticación de la vida fluvial (perro, gato, gallinas, visillos, macetas, sopera de porcelana), con la dureza del trabajo a bordo (sirga incluida) y la dulzura del ocio en tierra (¡Ommegang incluido!), con que un río funcione como los raíles de un travelling y ofrezca planos de sus orillas constantes y deslumbrantes.