Programa 1

¿Qué consecuencias puede tener en un pueblo de Aragón, en 1937, una decisión tomada en La Haya en 1872? ¿Qué se puede adivinar hoy en día en las calles y plazas de Barcelona de los enfrentamientos que tuvieron lugar en esos mismos lugares en mayo de 1937? «Si seguimos vivos, tal vez sea porque una mariposa batió sus alas y ese movimiento sigue golpeando las paredes del tiempo», nos dice uno de los narradores de esta película. Y la película misma nos demuestra que el cine, gracias al montaje, puede vencer los límites del tiempo y del espacio y darnos a ver y oír eso: los ecos del aleteo de una mariposa golpeando las paredes del tiempo.

Organizar la indisciplina, enmarcada por el pasado remoto de Antígona, va y viene, saltando con inteligencia, entre Londres, Suiza, Barcelona y Oliete. Va y viene también entre el tiempo de las disputas de Marx, Engels y Bakunin, y el tiempo de la Guerra Civil en España y de los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas. Todo ello está filmado en el presente. Un presente en el que algunos edificios han desaparecido y otros siguen en pie, un presente hecho de turistas, pompas de jabón, ancianos y ancianas que recuerdan, huellas de disparos en la piedra, monumentos, placas y cementerios. Un presente sobre el que resuenan palabras que evocan tiempos anteriores. Un presente en el que la película nos hace adivinar el eco de los pasos que en otros tiempos recorrieron esas calles.

«Si una acción no estuviera destinada al éxito, debería estarlo al testimonio», nos dice también una de las voces en off. Esta película es el testimonio de una acción que no triunfó, una acción que confiaba en la búsqueda y desconfiaba del poder, el corto verano de la anarquía, pero también es un aprendizaje sobre el tiempo, sobre la coexistencia de los tiempos y de los lugares, sobre la presencia del pasado en nuestro presente y quizás sobre la presencia de nuestro presente en nuestro futuro y también en un futuro que ya no será nuestro.

Pablo García Canga