La filmación de personas y lugares a través de actos de habla es una constante que atraviesa la filmografía de Frans van de Staak.
Uit het werk van Baruch d’Espinoza recoge a grupos de jóvenes que recitan y leen, no sin cierta dificultad, fragmentos de la Ética de Spinoza en interiores y exteriores rurales y urbanos de la ciudad de Ámsterdam. El texto metafísico del siglo XVII se ve devuelto al presente, distribuido como un bien común. Interpretados por distintas personas, cuya lectura se organiza de una manera intermedia entre lo improvisado y lo geométrico, el sentido del texto cambia continuamente.
A partir de las preguntas de un interrogador y los testimonios de su acusada y de veintiséis testigos (uno por cada letra del abecedario), el público de Rooksporen debe reconstruir un suceso que la propia película evita nombrar. La personalidad de la acusada y la existencia o no de un delito se dirimen a través de la intrincada tela de araña que trazan las declaraciones contradictorias de todos los personajes.