Pamplona, febrero, cine, nieve. Es una frase a la que ya estamos habituados. Casi son sinónimos, sin quererlo hemos construido ese legado semiótico. La costumbre blanca. Bresson hablaba de pensar siempre el cine teniendo en cuenta la superficie blanca que había que llenar con ella. Lo mismo con la nieve, este año la pantalla permanecerá más blanca que nunca, pero no por ello vacía. Cine de mínimos que hemos querido que sea el broche final de este Seminario dedicado a la imagen congelada con la presencia de dos grandes cómplices del frío: Ignacio Agüero y Pema Tseden.
La sesión Snow movies, perspectivas para filmar desde el frío pondrá fin a las sesiones de estos cineastas y nos llevará desde Japón a Rusia, desde la magia y sutileza de Yoshino Keiji que viviseccionó a ritmo de haiku en 1929 copo a copo la nieve bajo su mirada microscópica, a la dureza de la intemperie en los límites del frío que filmó recientemente el polaco Michal Marczak en una base militar rusa alejada de todo. Entre medias, los muñecos de nieve como hombres orquesta del malogrado cineasta húngaro Zoltán Huszárik y la frenética loa que hizo a la locomotora quitanieves en 1963 el británico Geoffrey Jones.
La compañera de este viaje a través de la nieve será la novelista, poeta, traductora, experta en nieblas y tormentas Menchu Gutiérrez, encargada de conducir la sesión. Habitante de faros y montañas perdidas, Menchu Gutiérrez es autora del brillante ensayo Decir la nieve. La autora y el título no podían ser más apropiados para esta sesión que llamamos Pensar el cine y en la que invitamos a personas “intrusas” al séptimo arte a darnos su visión de las obras. En sus páginas leemos: “La nieve no es solo felicidad, calma o anestesia para el dolor, diríamos que la nieve, como el desierto, como el espacio invadido por la niebla o la noche, se convierte en el espejo de quien la contempla”.