César Vayssié
¿Alguna vez te has preguntado cómo era la época en la que no te arrollaban a todas horas imágenes que preferirías no haber visto? ¿Cómo era la vida hace medio siglo, cuando fotografías como las tomadas por Ronald Haeberle en My Lai podían conmover a las personas e inclinar la balanza en una guerra? ¿Cuando los sabios como Guy Debord ya intuían que el futuro nos depararía la Sociedad del Espectáculo? ¿Cómo han podido cambiar tanto las cosas en tan poco tiempo, en apenas dos tercios de la vida media de un europeo? Y, también, ¿qué queda de mayo del 68, de los cambios tan reales ocasionados por esos acontecimientos? Como ya se insinuaba en UFE (Un film événement) (2016), el anterior y deslumbrante trabajo de César Vayssié, no cabe esperar respuestas sencillas en Ne travaille pas (1968–2018). Dos estudiantes de arte lidian con el amor y el deseo mientras buscan formas de que la representación tenga relevancia política ante el ciclón implacable de opiniones e imágenes del reino de las redes; no pueden ofrecer respuestas, solo ideas intuitivas y presuposiciones. He ahí una diferencia entre 1968 y 2018. Y otra más: la forma intuitiva, a veces veloz y otras exultante, de Ne travaille pas (1968–2018), una idea de cine a la que entonces ni siquiera la vanguardia se aproximaba. (Olaf Möller)