Uno de los vuelos más famosos en la ciudad de la luz, el del sastre austriaco Franz Reichelt, que demostró la efectividad de un traje paracaídas con las pruebas con muñecos que hizo previamente desde la ventana de su apartamento. Un buen día consiguió permiso para probarlo desde la Torre Eiffel, pero una vez arriba, quiso ser él mismo el saltador, sin ayuda de muñecos, y sin que la Policía pudiera impedirlo. Su sueño: sentir las alas que, como un Leonardo, durante toda su vida había soñado con coser.