Con inusitado arrojo, y en la frontera del cine silente y el sonoro, Jean Vigo filmó bien asentado en su presente pero con la vista puesta en el futuro.
Con sólo cuatro películas, su cine cruza décadas, movimientos y generaciones para golpearnos una y otra vez. Por eso, Punto de Vista tiene en Jean Vigo una referencia y una guía permanentes, que cada año intentamos cultivar y estimular gracias a la ayuda y a la amistad de Luce Vigo, hija del cineasta y colaboradora del festival.
El festival toma su nombre del "punto de vista documentado" del que hablaba el cineasta y desde 2007 entrega el premio Jean Vigo al mejor director.
En la frontera del cine silente y el sonoro, en un tiempo en que las vanguardias históricas se veían necesitadas de una renovación para no caer en formas repetitivas y académicas, al margen de círculos y movimientos artísticos, y desde una extraña soledad compartida con su mujer Lydu Lozinska, Jean Vigo se acercó al cine con un atrevimiento amateur.
Como ha señalado Maximilian Le Cain, su cine, desde los inicios, "estuvo enraizado en la práctica documental, pero a su vez trascendió lo documental". Fue, quizá, el primero capaz de demostrar, como escribió Miguel Marías, la compatibilidad "entre las dos tendencias básicas en que se ha bifurcado artificialmente el cine: la fotográfica, objetiva, neutral y realista, documental y no narrativa; y la teatral, subjetivista, fantástica y manipuladora, de ficción y progresivamente interesada por la construcción dramática del relato y la estilización de las imágenes".
La suya fue una labor recapituladora y de síntesis de lo que había sido el cine hasta entonces. Pero más que eso, fue una labor de futuro: en el cine de Jean Vigo se detectan algunas de las más innovadoras y vigorosas vetas del cine en general y de la no-ficción en particular. Jean Vigo filmó a las gentes de su tiempo, pero lo hizo para que trascendiesen en el tiempo. Su cine cruza así décadas, movimientos cinematográficos y generaciones para golpearnos de nuevo cada vez como un fascinante ejercicio de contemporaneidad.
Jean Vigo rodó cada película como si fuera la última; pero, al mismo tiempo, cada uno de sus planos, como si fuera el primero. El primero de todos. Con la osadía y la inocencia de quien lo hace por primera vez. Por eso, pensar en Jean Vigo es, siempre, imaginar la refundación del cine. En él desembocaron treinta años de cine y de él nacieron todas las revoluciones posteriores.