Me Broni Ba. Akosuma Adoma Owusu.
24/01/2011
Estructurado como una colección de ensayos en torno a las intersecciones entre género y cine de no ficción, de las que el festival realiza una retrospectiva bajo el mismo nombre, el libro sale a la venta a partir del próximo 22 de febrero.
El sexto volumen de la
Colección Punto de Vista estará dedicado a la historia del documental feminista y los debates generados en torno a él. Estructurado como una colección de ensayos en torno a las intersecciones entre género y cine de no ficción, de las que el festival realiza una
retrospectiva bajo el mismo nombre, el libro sale a la venta a partir del próximo 22 de febrero. Punto de Vista amplía así una colección llamada a llenar el vacío editorial existente en España en torno al cine documental, y que cuenta ya con títulos pioneros como
Signal Fires: El cine de Jem Cohen (2010);
Metraje encontrado, la apropiación en el cine documental y experimental (2009),
Ermanno Olmi. Seis encuentros y otros instantes (2008),
La forma que piensa. Tentativas en torno al cine-ensayo (2007), o
El cine de los mil años. Una aproximación histórica y estética al cine documental japonés (1945-2005) (2006)
.
Desde su segunda ola, en la década de los 70, el feminismo y el documental han estado profundamente entrelazados. Si el feminismo fue la teoría, el documental se convirtió rápidamente en la práctica: testimoniar el incipiente movimiento de la mujer, rescatar la historia olvidada de las mujeres, expresar la propia subjetividad, y denunciar —a escala personal y social, local y global— los efectos de la insidiosa dominación patriarcal.
El documental feminista nació, por tanto, con la vocación hacer historia y de cambiar el rumbo de la historia. Tras siglos siendo objeto de la mirada (masculina), la mujer por fin se convertía en el sujeto de la mirada. Y, a través de su cámara, desafió las convenciones —temáticas, formales y prácticas— del documental.
Los ensayos que recopila el libro reflexionan sobre las complejas y múltiples relaciones entre lo personal (el cuerpo, la domesticidad, la intimidad, la memoria) y lo político (las naciones estado, el espacio público, los medios y la historia). Estructurado en cuatro apartados, traza un recorrido por la historia del documental feminista (Retrospectivas) y se detiene en preocupaciones clave como las formas de articular la mirada (Modos de ver), la primera persona como forma privilegiada de (auto)expresión a través del video o del remontaje de películas domésticas (La cámara soy yo) y la deconstrucción de los significados sociales y políticos que surcan los cuerpos femeninos (Escribir el cuerpo).
En definitiva, estos ensayos reclaman y actualizan, incluyendo la perspectiva de género —y también otros parámetros identitarios como la nacionalidad, la raza, la afiliación política o la clase—, la vocación primigenia del documental como discurso político dispuesto a intervernir sobre lo real y como punto de encuentro entre cineastas y público para que, juntos, pensemos las políticas de lo real y cómo estas nos afectan desde un punto de vista personal.