Eduardo Coutinho viajó a Pamplona desde Río de Janeiro en febrero de 2013 para estar presente en la retrospectiva que habíamos organizado en el festival Punto de Vista. Tenía 80 años. A pesar del riesgo, lógico por su edad, de que nos dijera que no tenía energías para hacer un coloquio después de cada una de las proyecciones de sus películas, programamos no solo presentaciones y coloquios en todas las sesiones de su retrospectiva, sino incluso un encuentro con estudiantes durante una de las mañanas del festival. También contamos con él para un encuentro con la prensa, que compartió con el cineasta alemán Thomas Heise, del que también habíamos programado una retrospectiva, y para una entrevista para los archivos del festival.
Esa era nuestra previsión de máximos, pero todos los miembros del equipo pensamos que sería difícil que esa previsión se cumpliera, teniendo en cuenta su edad, y la intensidad del programa del festival (con sesiones que acababan pasadas las doce de la noche). Pero Eduardo Couthinho superó todas las previsiones: no solo estuvo en todos los coloquios y encuentros, sino que agradeció públicamente que se le diera la oportunidad de hablar con los espectadores. Y además hablaba en un castellano perfecto. No necesitaba de la intérprete de portugués que habíamos previsto.
En el vídeo que proyectamos en la gala de clausura, y que recoge los mejores momentos del festival, él destaca de Punto de Vista: “Lo más importante acá es que la posibilidad de hablar con el público ha sido mayor que en otros festivales. Yo he estado en otras retrospectivas que se han hecho de mi trabajo y no he tenido contacto con el público. ¿Y para qué me sirvió?: ¡Cero! Y aquí yo he tenido muchos diálogos con el público, que me han sido más útiles que simplemente pasar la película. Porque uno vive de cómo las películas son vistas por los otros”.
En la entrevista que habíamos grabado con él para los archivos del festival ya nos había dejado claro lo importante que era para él el arte de la conversación: “la forma de interacción más compleja y humana que existe”, dijo. En cada una de sus películas documentales, añadió, él establecía una comunicación con las personas con las que conversaba a través de la mirada, no a través de la cámara: “yo no tengo la voz del otro para decir nada si no le miro; yo siempre miro al otro, ya que si yo mirara solo a través de la cámara, la comunicación se rompería. Hay un hilo entre mi y el personaje a través de la mirada”.
Para él el acto de comunicación era algo completamente imprevisible y siempre único: “Uno puede no tener competencia lingüística; es decir, ser un analfabeto, pero tener la competencia comunicativa de un sabio. Eso lo he comprobado yo cuando he conversado con gente que no sabe escribir, pero que te habla con elocuencia y precisión. Porque el tipo que no sabe escribir bien, tiene que hablar bien, porque su único instrumento de conocer al otro, de hablar, de conquistar algo en el mundo, es por su palabra”.
Coutinho estuvo unos días con nosotros hace poco menos de un año y nos impresionó con su elocuencia, su sabiduría, su vehemencia y su generosidad. Punto de Vista le estará siempre agradecido por hacernos ese regalo.