El festival, que consolida su anualidad y su nueva sede, programará un ciclo de Jean-Daniel Pollet y proyectará La Región Central, con la presencia de Michael Snow.
El Festival Internacional de Cine Documental de Navarra Punto de Vista celebrará entre el 8 y el 14 de febrero de 2016 su X edición consolidando su periodicidad anual y apostando de nuevo por el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, Baluarte, como sede única de todas las actividades. Y para conmemorar su décimo aniversario, Punto de Vista dedicará su retrospectiva temática al concepto del tiempo, programará un ciclo sobre el cineasta francés Jean-Daniel Pollet y proyectará una película mítica, La Región Central, con la presencia en Pamplona de su director, el canadiense Michael Snow.
Después de varios años marcados por la incertidumbre por motivo de la crisis, el festival afianzará en 2016 el regreso a la anualidad producido en 2015, la edición con mayor presencia de visitantes internacionales, con mayor concurrencia de público a las proyecciones y con la mayor repercusión mediática de la historia del festival.
MICHAEL SNOW (LA REGIÓN CENTRAL)
El gran cineasta canadiense Michel Snow será una de las principales figuras invitadas en la próxima edición del aniversario Punto de Vista. Desde sus inicios, el certamen adoptó como homenaje a su manera de hacer cine el nombre de una de sus películas más míticas para bautizar la sección más experimental y novedosa del Festival. La Región Central ha sido el paraguas bajo el que el festival ha dado cabida a las propuestas más parecidas al cine del propio Snow, un cine que se repregunta desde su misma esencia y que es un eje central en el espíritu y la filosofía del propio festival Punto de Vista.
Ese mismo nombre pasó desde la última edición a ser el nombre de nuestra Sección Oficial, conocida ya como La Región Central, en un afán por unir el carácter arriesgado y la experimentación de nuevas formas y contenidos con las películas que se presentan en la competición principal. Por eso, la película de Michael Snow es el mejor regalo para el aniversario número 10 de Punto de Vista; si en sus orígenes ya fue un título homenaje, en esta edición de cumpleaños va a ser una película celebrativa que va a tener un lugar muy especial en la nueva edición. Y más aún por contar con la presencia en Pamplona del propio autor, Michael Snow, que nos va a conceder el gran privilegio de venir a presentar su filme y acompañarlo con una masterclass el día siguiente a su exhibición.
Autor de proyectos realizados en los campos de la escultura, pintura, fotografía, holografía, instalación, publicación de libros, vídeo, cine o música, Michael Snow (Toronto, 1928) es un todo terreno con una manera de hacer cine que resume todas esas disciplinas en una sola. Inasible en una única etiqueta, su mirada y propuesta radical e independiente le ha convertido con mérito en un cineasta de culto en vida. Galardonado con reconocimientos como el de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia (1995), su trabajo se encuentra en colecciones como las del MoMA de Nueva York o del Centro Georges Pompidou de París.
La Región Central (1971) es un monumento cinematográfico excepcional y como tal el festival del 2016 lo albergará en una de sus sesiones especiales en la mejor de las salas del Punto de Vista: la sala de Cámara del Baluarte, habilitada con condiciones óptimas de proyección y asiento para 444 personas. No hay acción física ni presencia del hombre en este filme ya mítico y pocas veces exhibido en nuestro país; solo un fabuloso juego entre la naturaleza y la máquina que se presenta ante nuestra mirada. Rodada con una cámara inventada y construida para la ocasion, un artilugio especial capaz de moverse en todas las direcciones: horizontal, vertical, lateral o en espiral, la película es un movimiento continuo a través del espacio, en una región desierta, a 150 kilómetros al norte de Sept-Isles en la provincia de Quebec: una especie de meseta sin árboles que se abre a una vasta vista circular de las montañas de los alrededores. Su contemplación es una experiencia histórica que marca en el recuerdo un hito del cine tan cautivador como imborrable.
RETROSPECTIVA TEN YEARS OLDER
Con motivo del décimo aniversario del Festival, la retrospectiva temática de este año estará dedicada precisamente al Tiempo, la relación y el juego que el cine documental establece con una de sus materias primas y conceptos principales: el Tiempo. Está claro que todas las películas están hechas de tiempo, de la misma manera que se dice que una escultura está hecha en bronce o en arcilla, pero hay películas que tienen más tiempo que otras y esas serán las que este ciclo atienda y a las que dé cabida. Hay películas donde el tic tac es más sonoro, propuestas que nos ofrecen una reflexión más directa sobre lo instantáneo y lo eterno, siempre conscientes de que el tiempo es, al decir de San Agustín, algo inasible desde el mundo de las palabras. Quizás también desde las imágenes.
El cine y el tiempo establecen un diálogo, un baile, y, a veces, una batalla. Todas estas diferentes aproximaciones se estudiarán en este ciclo que lleva por título Ten years older, como referencia al cumpleaños de Punto de Vista y como homenaje a su vez al gran filme de Herz Frank, quien visitó personalmente nuestro festival de Pamplona en 2007 para presentar su joya sobre el rostro de un niño que envejece diez minutos ante un espectáculo de marionetas.
El ciclo Ten years older mostrará películas donde se revisitan lugares o temas décadas después de haberlos filmado por primera vez; filmes que atienden al paso de las edades en el hombre y otros que reflexionan sobre la propia edad del cine; documentos que cuatroestacionan la vida en un lugar concreto o películas que experimentan con la duración del plano, el flashback, la repetición, las elipsis y otras armas del cine para conseguir encerrar y dominar el tiempo.
POLLET. LA CASA Y EL MUNDO
Jean-Daniel Pollet (1936-2004) es uno de los secretos mejor guardados del cine francés de la segunda mitad de siglo. Su primer cortometraje, Pourvu qu’on ait l’ivresse, fue premiado en el Festival de Venecia de 1958 y saludado por Jean-Luc Godard como el nacimiento de un verdadero cineasta. Tenía veintiún años. Explorador infatigable, cada nuevo proyecto desde aquel primer experimento –una historia contada con miradas, y protagonizada por el que será su actor fetiche, Claude Melki– significó una reflexión específica sobre la forma cinematográfica, dentro de un proceso de revisión permanente de una serie limitada de temas, entre los que Grecia funciona quizá a modo de punto gravitatorio.
Fuera de Francia, Pollet es reverenciado principalmente por una película, Méditerranée (1963), mediometraje de montaje desconcertante, obsesivo, apoyado en una búsqueda formal en la que la imagen es palabra y la secuencia, frase. Un film sobre el Mediterráneo y sus culturas construido sobre imágenes rituales de vida y de muerte, repetidas y reordenadas en nuevas combinaciones a la búsqueda de un nuevo alfabeto fílmico. Tras un dossier especial en el Cahiers du cinema, la película fue creciendo poco a poco en cada nueva generación de cineastas hasta devenir una película de culto, un hito de la historia del cine.
Pero el cine de Pollet no empieza ni termina con Méditerranée. Tampoco con L'Ordre (1974), su otra película fundamental sobre el encierro de una comunidad de leprosos en la isla griega de Spinalonga. Su cine fluye por dos ríos paralelos desde aquel primer cortometraje de 1958, dos ríos opuestos pero de algún modo complementarios, dentro de la oposición que el autor entendía desde los términos de realismo y abstracción.
El cine de Pollet permanece secreto en gran medida fuera de Francia porque no existen ediciones con subtítulos de sus películas y rara vez se proyectan fuera de su país. Por ello estamos orgullosos de presentar en el décimo aniversario de Punto de Vista la primera retrospectiva dedicada al cineasta en todo el mundo desde su muerte en 2004; una amplia retrospectiva del Pollet más experimentador dentro de un programa que muestra un desarrollo creativo explícito: a lo largo de las sucesivas sesiones, irán apareciendo y reapareciendo imágenes e ideas en un fascinante trabajo de reescritura y relectura crítica permanente, que tiende a abarcar todo lo anterior. Y ello enmarcado en una dialéctica de viaje y encierro, trance e inmovilidad, que tiene en su accidente de tren de 1989 un punto de inflexión: desde entonces, el cineasta que había recorrido 35.000 kilómetros para filmar la memoria del Mediterráneo quedará confinado a los límites de su propia casa; y será aquí, sin salir de ella, donde imagine aún toda una nueva etapa de posibilidades para su cine.