Estreno mundial
Hay imágenes que no existen. Y hay imágenes que existen dos veces. Ninguno de estos lugares existe ya.
Al borde del agua está firmada por dos personas: Iñigo Salaberria y Maria Elorza. Ella, cineasta donostiarra de 1988, fue parte del colectivo Las chicas de Pasaik y en 2022 presentó su primer largometraje: A los libros y a las mujeres canto. Él, de Rentería de 1962, figura clave en el centro Arteleku y uno de los videoartistas más importantes de los años 80 y 90, recientemente fallecido. La película empieza con una frase: «Entre 1984 y 1988, Iñigo Salaberria filmó varias localizaciones con una pequeña cámara de super-8. Se trataba de material de prueba. Esas bobinas nunca fueron montadas y han permanecido en la sombra durante treinta y tres años». Tras esta frase, emergen las imágenes filmadas por Salaberria. Reflejos en el agua que convierten las figuras en formas, colores y texturas; balleneros; un lago donde se mezclan el humo y el vapor; edificios que se convierten en líneas verticales; más reflejos acuáticos, que se acompañan por el propio sonido del agua y, de vez en cuando, por música clásica. Son, sobre todo, borradores para las piezas Quai de Javel (1984) y Birta Myrkur (1987), de Salaberria. Imágenes bellas encuadradas de tal manera que se convierten casi en cuadros y que nos aproximan a la mirada del videoartista. A cómo era su relación con la realidad a través de la cámara. También podemos escuchar su voz, que en varias conversaciones con Elorza nos permite profundizar en su reflexión sobre lo que supone grabar imágenes: «Deambular, caminar, mirando. Sin prisa, con tiempo. Caminar, mirar, perder el tiempo. Nunca he tenido prisa grabando. Esa lentitud, no sé por qué, me gustaba. Bueno, sí lo sé. Porque lo que me interesaba documentar es lo de dentro».
Lur Olaizola