Solo con ver el plano de la anciana lituana que, a ojos cerrados, goza del aire en la cara con una mueca satisfecha desde las alturas del campanario de su pueblo… merece la pena ponerse de rodillas al contemplar este filme. Después están esos hombres que arreglan un tejado y ese vigilante desde una altísima torre que ve la vida al tamaño de la hormiga. Todos habitando las alturas con una suerte de epifanía en su transfondo, una especie de desafío amable a la gravedad y un goce del aire como decimos en el título de este programa. El invierno y la campiña lituana ayudan a transmitir esa cercanía con la bóveda del cielo. Cuando la nieve ha borrado casi todas las trazas de la tierra, solo queda la ascensión. Y un angelical blanco y negro empleado sin palabras con la mirada lírica de Audrius Stonys, visitante ya de Punto de Vista, que en su día nos vino a hablar del silencio y ahora vuelve para darnos un soplo de aire.