Emmer recibe el encargo por parte de Rai 2 de hacer el documental oficial sobre la reapertura de la Villa Borghese de Roma y sobre su extraordinaria colección de obras de arte. El cineasta, como todas las otras veces, se reapropia del encargo y lo transforma en otra cosa: un recorrido nocturno y en primera persona por su memoria, por su experiencia de niño en ese lugar, desde un dispositivo que funciona a la vez como antídoto a la masificación actual del lugar, y como antídoto también al documental de arte con análisis iconográficos en off copiados de libros, protagonizado por bustos parlantes de especialistas en arte.