La impronunciable Wrocław, ciudad de fronteras fluctuantes, actualmente es escenario, como todas las ciudades, de ruidos y melodías ante las cuales las personas sordas viven ajenas. Sin embargo, los movimientos que realizan con sus manos, torsos y caras, se funden día a día con esos ritmos urbanos de los que somos testigos de excepción. A lo largo de toda una jornada asistimos a una extraordinaria sinfonía silente compuesta por rimas visuales, conversaciones, instantes cotidianos, emociones y placeres infantiles que de normal nos pasan desapercibidos, pero aquí nos son redescubiertos en el más acogedor de los silencios. Retrato sinfónico de una ciudad sonoramente familiar.
Estreno mundial
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