Edición: Yuyan Wang
Sección Generation de la Berlinale
Estreno en España
He intentado contar una historia sin imágenes a través de imágenes, pero creo que nunca lo conseguiré, porque su historia está fuera de mi historia.
¿Cómo imaginar sin imágenes? ¿Cómo son los sueños de las personas que no pueden ver? ¿Cómo soñar la geometría o los colores? ¿Cómo conciben en su mente un concepto como el del reflejo que nos devuelve un espejo, tan abstracto, tan frío, tan resbaladizo? «Las manos son mi espejo; son mis dedos quienes me dan mi reflejo», dice una niña. La Alicia de Lewis Carroll se preguntaba: «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?». ¿Cómo tiene que ser leer eso en braille? No lo sabemos, porque no podemos cruzar al otro lado del espejo. No podemos imaginar sin imágenes su País de las Maravillas, porque tenemos distinto concepto de «maravilla»: «Mi País de las Maravillas está lleno de texturas suaves y hay muchos sonidos placenteros, como los pájaros que cantan en mi oído, e incluso la textura de la hierba fresca bajo mi cabeza. Ese es mi País de las Maravillas; no es mucho, pero es todo lo que necesito».
En un centro de educación sensorial de Lille, al norte de Francia, el artista Yunyi Zhu se acerca con su cámara a unas niñas ciegas para intentar entender, a partir de un arte de imágenes, qué es un mundo sin imágenes. Precisamente por resultar una herramienta impotente, tal vez sea el cine el camino idóneo para acercarnos a una percepción inaprensible, inalcanzable para quienes podemos ver, porque nos sitúa en desventaja, en el lugar de la alteridad: como dice una de las niñas, su historia va más allá de nuestra narrativa.
Miguel Zozaya