La mirada de Tait por primera vez se queda fija. El trípode, pocas veces usado en su cine de escritura tan personal, se planta esta vez como un caballete de pintor para captar cómo la sombra de la tierra va mordiendo la superficie de la luna hasta hacerla desaparecer por completo. Cine mudo que nos ofrecer un cielo con nubes de Turner lleno de interrogantes.