Producción Ejecutiva: Mano Alzada. Con: Diana Ríos Rengifo, Jesús Orccottoma Cárdenas, Igor Alfaro Méndez, Juan De Dios Carrasco, Camila Vega Ferrari, Ana Karina Barandiarán, Pacha Sotelo Camargo, Gabriela Wiener, Whinney Ramos Laque, César Vargas, Consuelo Salas y Melvin Almonacid.
Festival de Lima - Filmocorto, Festival Internacional de Mar del Plata, Festival de Cine de Trujillo, Corriente Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción, Transcinema Festival de Cine, Berwick Film & Media Arts Festival.
Estreno en España
Un conjunto de recuerdos, una serie de lecturas. Tras doscientos años como nación, el Perú ha almacenado muchas pugnas en distintos territorios y épocas. Esta película en super 8mm convoca a luchadores y deudos para una recopilación de discursos provenientes del lado más íntimo de nuestra historia reciente.
El 2021 fue el año del bicentenario de Perú como nación, aunque esos últimos años no son sus únicos. Han estado llenos de hogueras. La primera película del Colectivo Silencio conmemora estas fechas con una memoria nacional que no pertenece a los festejos oficiales, una memoria resistente, que no es ya solo memoria porque hoy hay trincheras en sus calles. La película se repliega a otra historia que le pertenece, no a la ficción que es un país, sino a la historia del cine, de un cine político-poético que acompaña, que ha puesto en la pantalla voces, cuerpos, lecciones de historia y una tierra que se rehúsa a ser paisaje. En distintos cuadros se leen documentos que en voz alta se vuelven indelebles, pruebas de luchas pasadas y futuras: indígenas y campesinas, de trabajadores rurales y urbanos, de mujeres y disidencias. Cada uno tiene una luz que le es propia, y una belleza que sale de la voluntad de volver al registro un recuerdo perdurable, para volver perdurable en todos la memoria de unas víctimas a las que solo lloraban los suyos. Todo tiene su momento de ser mirado y admirado, todo lo que ha sido arrebatado y al filmarlo volverá a pertenecerles: el cielo, el pasto, el cemento, los faroles, las paredes exteriores de un edificio incendiado, las tumbas de los muertos. Se encadenan injusticias que la fecha reconoce como antiguas, como si esas luchas blancas nacionales —las guerras de independencia— hubieran dejado una tierra limpia de esclavismos. Como si no los hubiesen continuado.
Lucía Salas