Editor: May Rigler
Festival Internacional de Cine de Toronto, Viennale
Estreno en España
Con su único y extenso fotograma fijo, constituye una reflexión fílmica sobre el futuro y la incertidumbre que lo acompaña. Ambientada en la costa de Gotland, Suecia, durante la lluvia anual de meteoros de las perseidas, un grupo acude a la costa rocosa y a sus escasos afloramientos de vida vegetal, en una dulce búsqueda de lo desconocido.
Cae la noche en una playa rocosa. El atardecer casi termina, pero su último tramo transcurre lento. Casi tan lento que es difícil saber si alguna vez habrá oscuridad, o incluso si antes fue el día. Es la inmersión, ese es su efecto: el cuerpo propio desaparece, quedan solamente ojos y oídos. Mientras el cielo crea el suspenso de su propia opacidad y el azul se apodera de todo, una luz aparece entre las rocas. ¿Es el reflejo de algo o hay alguien ahí? En un juego de oscuridades, en Eventide es difícil saber si la gente imita al cielo o es el cielo el que quiere ser persona. Hay una competencia entre el cielo y la tierra, cada uno con sus posibilidades. ¿Es magia? No, son las Perseidas, vistas desde Gotland, en Suecia. Un milagro que es un poco natural, y otro poco patrimonio de la sala oscura, del tiempo prolongado y de estar, como no solemos, con los ojos acostumbrados a ver negro sobre negro. La más reciente película de Sharon Lockhart, hecha con una pequeña multitud de amigos y sus manos (con sus móviles) luminosas, explora la extrañeza de un momento en el cual los ojos no son el objeto que más luz y sombras es capaz de capturar. Quizás adiós a la percepción puramente humana.
Lucía Salas