Estreno mundial
Un collage de imágenes en 16 mm reveladas a mano que recogen las voces de la gente que vive en un área racialmente estigmatizada de Copenhague. Palabras e imágenes sobre esperanza, desesperación, precariedad y resistencia. Una pieza que trata sobre cómo nos hablamos los unos a los otros, y entre nosotros.
¿Qué es un barrio? ¿Qué frágil equilibrio hace que sea una comunidad? ¿Acaso no es un barrio como un organismo vivo pero también vulnerable? ¿Qué es la integración? ¿En qué medida es un movimiento en dos direcciones? Aunque no veamos prácticamente ningún rostro, esta es una película viva y habitada, una película hecha de interiores, de árboles, de cuerpos que se entrelazan, de ventanas que dan a la naturaleza, de cortinas que se cierran y de cortinas que se abren. Hecha también de voces que nos cuentan qué es vivir en ese barrio de las afueras de Copenhague, Tingbjerg. Voces a veces contradictorias, porque un barrio vivo es también un barrio hecho de visiones diferentes. Voces que hablan del sentimiento de comunidad, del hecho de conocerse todos, pero también de cómo Dinamarca acoge o rechaza a los extranjeros, del temor a perder el equilibrio comunitario con la ampliación del barrio, que quizás haga cerrar las persianas, que va a hacer desaparecer un parque al que dan todas las ventanas y en el que pueden jugar los niños. ¿Qué es el árbol sin el bosque? ¿Qué es el árbol sin los otros árboles, sin los otros seres vivos que lo rodean, a los que hace vivir y que le hacen vivir? ¿Qué es un árbol si cae el bosque a su alrededor? ¿Serán los nuevos vecinos de aquellos que dicen «buenos días»? Y, mientras tantas ideas y dudas nos atraviesan, las imágenes, filmadas en 16 mm, reveladas a mano, están atravesadas por manchas, rayas, oscuridades, todo aquello que, según los criterios profesionales, serían defectos y que, sin embargo, aquí aparecen como belleza, como células que pululan y vuelven aún más preciado aquello que vemos.
Pablo García Canga