En dos cortometrajes complementarios sobre Venecia encargados en 1948, Emmer vuelve a la ciudad de su infancia tras el fin de la guerra. En Romantici a Venezia, con texto de Cocteau en la versión francesa, se centra en la Venecia famosa reflejada orgullosamente en sus canales, habitada por fantasmas de poetas y compositores ya míticos. En Isole nella laguna, el más melancólico de los dos, recorre con la cámara las islas de la laguna, sus espacios vacíos, sus habitantes escasos que crean obras maestras de artesanía sin sonreír jamás. A las imágenes de ambas volverá medio siglo después, para conjurar la Venecia de fin de siglo destrozada por el turismo, en Nostalgia.