Estreno en España
Entre los Pirineos y el Atlántico, corren unos poderosos ríos llamados «los gaves». La actividad humana está alterando el ciclo del agua y su biodiversidad. Los hombres y las mujeres miran con curiosidad y amor a este mundo fascinante de belleza y desastre.
En esta película hay personas que caminan sobre el agua, tan bajo ha llegado a estar el nivel de los ríos. Además de caminar, hablan, y es hermoso cuando los ríos se cuelan en la banda sonora, con su charloteo paralelo. Más que como desacuerdo, podría entenderse esta disonancia como aquello que falta para una convivencia mejor. Todo lo terrible que ahora pasa en los ríos está ocurriendo por causa humana, pero las personas que aquí hablan en realidad aman, estudian y cuidan de los ríos.
La película enseña los muchos procesos conectados que hacen la vida de un río. Es necesario un largometraje porque solo a través de muchas secuencias es posible tener presentes tantas conexiones —glaciares, acuíferos, presas, salmones, truchas, biólogos, mariposas, maíz, plásticos en descomposición. El agua fluye a borbotones o en suaves ondas, pero la dinámica más compleja es la que no se ve: un río siempre va o viene de más lejos. Hay un movimiento recurrente en la película, quizá paralelo al propio ciclo del agua: panorámicas a favor o contra la gravedad, que empiezan en el río y terminan en el cielo (o viceversa). Al contrario que los ríos, presuponen un público.
Manuel Asín