Retrato de una geografía de selva casi urbana, el bosque de Vincennes a las afueras del gran París, es lo que nos presenta Claire Simon en su último gran trabajo. Como una forma accesible de edén perdido al alcance de todos, todo el mundo acude allí a buscar refugio o soledad, según se mire. El bosque admite a gentes de todas las clases sociales, sin distingos, y abre sus brazos como un espejismo soñado por cada habitante cansado de la ciudad. Aquí las dificultades de vivir en el asfalto se quedan atrás y aparece una especie de terapia verde: el ciudadano juega, se divierte y sueña, todo lo contrario a lo que de normal ocurre en su realidad gris.
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