Un inventario de vientos atrapados con un curioso dispositivo: el artista bordelés coloca pilas de cajas de cartón, bolsas de plástico y otros elementos ligeros en la cuneta de una serie de carreteras francesas. Es el tráfico rodado el que al pasar levanta la ráfaga y hace que sus improvisadas torres se tambaleen o caigan, dependiendo de la fuerza del viento que arrastran los vehículos a su paso. Entre lo conceptual y lo burlesco, en este primer intento por atrapar el viento, el aire entra en escena con toda su invisibilidad.