El tándem Muller-Girardet nos presentan su maravillosa colección de infancias del cine donde no faltan Oliver Twist, Léaud en los 400 golpes, Caussat y Bruel de Cero en conducta y el gran Pascal Lamorisse en su desazón tras perder su globo rojo. La magia de esta mezcla es hacer que todos esos niños cumplan un mismo sueño y bajo las sábanas de su dormitorio sean el mismo mocoso que teme y sueña cuando su cama queda convertida en una nave espacial que surca el infinito y se adentra en lo más oscuro de la noche. La infancia posada sobre la almohada del temor y la inocencia. Y del misterio. Y el gran arte de esta pareja de cineastas-colectores que crean siempre películas con un sentido propio a partir de escenas ya filmadas por otros. La voz de John Smith en un texto digno de ser impreso, que avanza por palabras sueltas como una cuenta atrás de sintagmas: light bright bed boy… hace que los créditos de este filme de filmes -donde también figura Giacomo Puccini al sonoro- sean todo un dream team.