Primer milagro del cine: animar lo inanimado. El maestro Brakhage con su ojo de entomólogo da vida a esta colección de alas de mariposas nocturnas que yacen sin vida tras quemarse en su lámpara de trabajo y a las que el cineasta decide resucitar pegando directamente las alas en una película de 16mm y revelando el resultado sin usar una cámara. El montaje frenético permitirá que las alas vuelvan a emular el vuelo perdido y, mezcladas con fotogramas de hojas, sitúa al espectador en el lugar de un depredador engañado.