¿Cuántos conocen la tradición de Urdiain, ese pueblo agazapado al fondo de la Sakana, por la que los vecinos más jóvenes llenan en jarras las primeras aguas del año que brota de las fuentes del pueblo cuando suenan las doce campanas de la Iglesia y acto seguido salen corriendo como almas que lleva el diablo a dar de beber con esa agua privilegiada a las autoridades del lugar? Tesoros etnograficos no tan conocidos como éste y los bellos cantos que los acompañan fueron registrados en Invierno, el último capítulo que los Baroja dedican a nuestra Comunidad y a su paisaje de ritos, estación tras estación. El desfile del frío en este caso continúa con los joaldunak y zanpantzar de Ituren y Zubieta, el olentzero de Lesaka y artesanos del cencerro en Malerreka y los zuecos en Valcarlos. Estación estrella sin duda, la de la nieve y el carnaval, y a la que dedicaron más tiempo, en especial al carnaval de Lantz, tan amado por Pío Caro Baroja, como lo demuestra cinematográficamente en unos planos juguetones y subjetivos adoptando la mirada y la danza del bandido Miel Otxin antes de morir ardiendo en su pira final.