Lejos de ser una película más sobre el autismo, aquí no se presenta a los autistas como personas distintas, sino a nosotros como seres demasiado parecidos. El cineasta checo Miroslav Janek consigue esa regresión que ya empieza desde la pretension del título: normalizar el cine supone normalizar el retrato. No hay aquí un seguimiento a través de padres o de cuidadores, no hay un análisis medico o científico… lo que hay aquí es un verdadero filme que llevan en sus espaldas sus protagonistas y nadie más: jóvenes repletos de aficiones que desdramatizan su día a día gracias a su sentido del humor y sus anhelos. A través de un estilo visual directo y un ritmo desenfadado en el montaje, hábilmente puntuado por unas notas de piano, este retrato coral de un grupo de adolescentes autistas nos reta a entrar en la pantalla y atravesar su espejo.
Estreno en España