Una fotografía es el punto de partida de este manifiesto realizado desde la más profunda admiración hacia Manoel de Oliveira (1908-2015), la figura más importante de la historia del cine portugués. Natural de Oporto, falleció a los 106 años de edad sin que hasta entonces la creatividad ni la lucidez necesarias para rodar le abandonasen, dejando tras de sí un legado probablemente irrepetible. Como si el cine le hubiera mantenido con vida mediante un pacto secreto, su filmografía traspasó el siglo XX y se adentró en el presente siglo XXI acompañada de un aliento atemporal de insólita modernidad, ya fuera adaptando a los grandes escritores de su país como recorriendo la Historia de Portugal.