Con motivo de la primera gran exposición dedicada a Picasso en Italia, en 1953, Emmer recibe el encargo de realizar un documental sobre el pintor malagueño. Él pondrá una sola condición: que le dejen filmar a Picasso trabajando en su taller de Vallauris. La película será uno de los grandes hitos en la relación entre Picasso y el cine, cuatro años después de la Visite à Picasso (1950) de Paul Haesaerts y dos antes de Le mystère Picasso (1956) de Clouzot.