Estreno en España
La película, basada en los dibujos de Ariane Bergrichter, se sumerge en una Bruselas popular y colorida, amada por la artista, quien se enfrentó a una vida psíquica compleja y afirmó haber encontrado su energía vital en la ciudad.
Ya desde el título, Sur le fil d’Ariane (En el hilo de Ariadna), se nos anuncia un laberinto. Ese hilo fue la astucia que Ariadna inventó para que Teseo pudiese entrar en el laberinto, matar al minotauro y encontrar el camino de salida. Podemos imaginar que el hilo es aquí el trazo de boli bic de Ariane Bergrichter, que durante veinte años dibujó abigarradas y vivísimas escenas callejeras sentada en una cafetería de Bruselas. ¿Era ese trazo de boli su manera de no perderse del todo en un laberinto mental habitado por voces? ¿Es ese el hilo de Ariadna del título? ¿O quizás el hilo era el diario que escribía y que escuchamos en off, hasta casi ahogarnos en él? Puede ser. Aunque también adivinamos otros hilos en la película. Por ejemplo, los hilos de los collares de cuentas que vemos en el mercadillo del barrio. Si ese hilo se rompe, las cuentas caen al suelo, se pierden. Pero mientras el hilo resista, esas cuentas, banales, sin valor en sí mismas, forman un collar. La película, breve pero abigarrada y viva como los dibujos de Ariane Bergrichter, es como un collar hecho de planos de la ciudad, de dibujos, de voces, de testimonios breves en los que se adivina al mismo tiempo afecto y soledad. Un collar para que esas cuentas no se pierdan. Un collar para que una vida no se pierda.
Pablo García Canga