Hipnotizante corto sobre el misterioso y sugerente vuelo de los estorninos en grandes bandadas. La ciencia pone en ellos dos grandes interrogantes: ¿cómo consiguen volar en tal cantidad sin colisionar en ningún momento? Y segundo: ¿por qué lo hacen siempre al caer la tarde, como si estuvieran esperando a que el hombre tuviera esa mirada más dubitativa que le nace ante los ocasos? El resultado de ese vuelo-plaga es la danza de una masa informe que va creando en el cielo figuras cambiantes con la destreza y maleabilidad de un enjambre. La coreografía es perfecta: el vuelo de cada uno es el vuelo de todos. Nadie se sale de su línea. Y el sonido, tan bien atrapado por el cineasta en la campiña holandesa, supone un murmullo de alas que en cualquier instante puede ser interrumpido.