Sin duda uno de los cineastas que más ha filmado el vuelo y más lo ha elogiado en sus escritos. Werner Herzog confiesa que su sueño truncado de ser saltador de esquí le llevó a por lo menos conseguir esa conquista del aire –y de lo inútil- a través de la cámara y el cine. Su retrato de Steiner, a quién sigue a pie de pista y a centímetros de su vuelo, tiene las trazas de una hagiografía que trata de capturar ese momento angelical que ya ha pasado a nuestro acervo cinéfilo con la impagable banda sonora de Popol Vuh, en ese vuelo ralentizado al 20% de todo un héroe del cielo. Hay una estaca en esta película, una estaca situada en torno a los 160 metros que marca el punto a partir del cuál el salto desborda el límite humano. Esa estaca es Herzog, el que la pasa entra en su cine.