Una película sin tiempo. O sobre el no-tiempo. Aquí el juego técnico es dejar el plano en larga pausa y vaciarlo de actividad. Repetirlo. En constancia durante 20 minutos. Pasajeros en tierra esperan adormecidos en una estación la llegada de un tren que no acaba de producirse. Así, la espera queda como única protagonista y el tiempo solo marcado por el sonido del vuelo de una mosca estival o el del viento del invierno asomado a la puerta.