La mirada vertical de esta segunda propuesta se centra en el horizonte marino, filmado desde una plataforma de gas en el mar de Noruega por partida doble: al amanecer y al atardecer. Aquí el enigma está en la mezcla, el artista austriaco coloca esos dos mares en la imagen, uno bocarriba, otro bocabajo, y en su juntura vemos el único cielo posible, el de un horizonte inquietante lleno de preguntas.