Cámara: Raphaël O’Byrne
Dirección de producción: Brigitte Lécuyer, Sara Tondini
Coproducción: France Regions 3 (FR3), La Sept Cinéma, Sodaparega Productions
Festivales:
1988 Venice Film Festival (Filmcritica Bastone Bianco Award, Special Mention, New Cinema Award, Special Mention, UNESCO Award)
La colecta de las olivas se sucede a los maitines, ora et labora son los verbos conjugados en esta cinta que Iosseliani firmó a finales de los 80. El espacio es inmejorable para atrapar el tranquilo discurrir de las horas: un pequeño monasterio de la campiña toscana, en Montalcino, cerca de Siena. El reloj corre marcado por los ciclos de la propia naturaleza en el exterior, del ritmo monacal muros adentro se encarga la rutina espiritual. Cinco jóvenes monjes agustinos son seguidos por la cámara de Iosseliani a una distancia que nos permite convertirnos en un monje más. La tonada de un matarife, el tarareo del labrador en el exterior se mezclan con las llamadas a los rezos. De repente, ladridos y niebla, y disparos. Otoño y la caza llegan a los alrededores. El director georgiano firma la dirección pero en este caso también el montaje, donde mantiene un importante equilibrio entre el mundo terrenal y el espiritual. A decir de Tarkovski, “la cámara de Iosseliani, llena de insignificancia cotidiana y, sin embargo, llena de poesía”. La película se cierra con una promesa incumplida: “Aquí se termina la primera parte, la segunda será filmada 20 años después en el mismo lugar y con la misma gente si todo va bien”.