Vivian Suter y su madre, Elisabeth Wild, son dos artistas emigradas suizo/austríacas que viven en Panajachel, Guatemala, donde han desarrollado una composición matriarcal en un entorno que ofrece tanto refugio como terror. Esta película recoge la mirada cercana y soñadora de sus vidas artísticas, emocionales y económicas, además de las ampliaciones de sus familias: los mayas como ayudantes y guardianes de la casa y unos cuantos perros, lo que nos muestra un reflejo tierno en un momento de complejidad poscolonial.